viernes, 7 de diciembre de 2012


A los 50 con el Señor de los Dragones:

Ciruelo Cabral y REXO

No se como empezar a contar esto. Quiero y no se por donde empezar. ¿Sera parte de la crisis de los 50 años? Bueno no importa, sea cual sea la razón, esto que me paso fue algo extrañamente espectacular, no hubiera imaginado estar toda una tarde pintando en compañía de unas sesenta y pico de personas, todas guiadas por el maestro Gustavo “Ciruelo” Cabral.
Todo fue un regalo de mi querida y nunca bien ponderada esposa, quien me dijo “¿te gustaría participar de un taller con Ciruelo? Es el 20 de Octubre”. En seguida mi cabeza consulto con la agenda… bingo!! No estaba de guardia. “Si!!” le dije. Y ahí salimos a conseguir el lugar para participar.
Sábado 20, 09:55 horas, el Palacio San Miguel, me vio entrar caminando (rengo por que me lastime una rodilla corriendo en una cinta, papelón total, pregunta ¿será parte de la crisis de los 50 años? Después respondemos) y mi cara creo que expresaba no solo emoción, sino una sorpresa y un estupor por lo que estaba viendo y encontrando. El Salón Cezanne, era el lugar elegido para realizar el taller, hermoso lugar, con un aire totalmente artístico, lleno de gente joven (la mayoría) y no tan joven (en los que me incluí dolorosamente, por la rodilla y los 50 años), acomodados en mesas con algunas esculturas en el medio, algunos otros en atriles con sus telas, papeles, lápices y acrílicos, yo elegí un atril y en la mesa al lado mio desplegué mi arsenal de oleos (estaba un poco indeciso y no sabia que llevar).
Al momento empezó todo, muy puntual, Ciruelo con un micrófono inalámbrico, nos empezó a contar de que se trataba el taller, lo primero que nos dijo es que no buscaba que terminemos el día con una obra de arte o con un trabajo totalmente terminado, si salía, mejor, pero lo importante era que pasáramos por sobre las barreras que cada uno tenia para poder expresarse en forma libre sobre el papel o la tela, la expresión artística sin trabas y sin taras adquiridas o propias. Esto para mi fue realmente relajante, pues había entrado con un poco de ansiedad por lo que haría y como juzgarían mi trabajo. Las primeras palabras fueron liberadoras, por tanto, hice lo más inteligente que se me ocurrió, me deje llevar por las indicaciones del Maestro. Empezamos con un trabajo de llevar al papel, o a la tela, formas dibujadas con largas líneas, llenando toda la superficie blanca, recorriendo todo y buscando hacerlo relajadamente.  Lo hacíamos escuchando una música de fondo compuesta especialmente por Ciruelo para este evento. Realmente un aire de magia empezó a surcar el salón. Acompañando el clima logrado, entraron modelos vivos, vestidos con trajes medievales, lo que creaba aun más una atmosfera casi mágica. Esto era lo que buscaba el maestro, introducirnos libremente dentro de un mundo real, pero mágico y fantástico. Sin darme cuenta en mi papel empecé a ver formas de un paisaje conocido pero no muy explorado por mi. En un momento Ciruelo, dijo que buscáramos las formas que mas nos llamaran la atención y las remarcáramos, así fue como empecé a recorrer toda la tela encontrando líneas que se cruzaban con otras y luego con otras.
Cuando se acercó a mi atril, vio lo que hice y solo le dije “me parece que dibuje mucho”, solo me indico que siguiera unas formas, que las uniera y que las empezara a pintar “con este color” me dijo, tome el pomo y leí “azul ultramarino”, lo mire y le dije “soy daltónico”, él se rio y me dijo “yo también”. Espectacular!!. Me indico que después de unir las formas pintara una escultura que estaba como modelo. Y ahí fui, solo siguiendo lo que me había dicho.
Ciruelo siguió caminando entre las mesas y atriles, dando indicaciones y consejos y enseñando la conjugación de colores y formas, sombras y luces. En algún momento cambiaba a algunos de lugar, los ponía con otros para que se complementaran, buscaba y guiaba. Todo el tiempo estuvo atento a cada necesidad, a cada talento que necesitaba una guía. Realmente la experiencia fue muy intensa e impresionante.
Tanto talento junto, tantos jóvenes que plasmaban en la tela o en el papel formas, escenas, personajes, con un detalle perfecto y con una precisión en el trazo, hicieron sentirme un privilegiado por estar ahí, entre ellos, soñadores y creadores de una realidad conjugada con una mágica fantasía, bella por sobre todas las cosas. Eso me dejo pensando, del porque tantos jóvenes participaban y adherían a esta propuesta del maestro Ciruelo Cabral, ¿será que ellos plasman en el papel los deseos profundos de su corazón, de vivir en un mundo donde la belleza, la justicia, la bondad, la verdad sean las que triunfen? ¿Podrá ser así o solo será una apreciación de un “joven” de 50 años que esta pasando por una crisis?
De todos modos gracias al Maestro Gustavo “Ciruelo” Cabral, por proponer esta visión de la realidad y la fantasía, tan bella y tan justa, que da ganas de quedarse a seguir pintando por horas y horas.

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